mmm, algo ocurrió hace un tiempo, hoy o ayer lo recordé, sólo que ahora mismo lo olvido de nuevo, pero ese algo tenía dos, donas una anécdota peculiar, ..., ajá, de nuevo consumos, equívocos, estupideces, que finalmente ocurren por necedad.
Escenario: a media noche playa del krimen 06, tomo la nave en préstamo pues voy por keso. Maldita sea, en el primer punto no hay, seguro hasta tienen caspa del diablo, pero café fumestible nel. En ese mismo sitio se encuentra una chica con marcado acento sudaco, me dice que ella sabe donde y que sube y ke vamos al sitio; ahí nada, de nuevode ahí alguien más dice que sabe bien donde si hay, se nos une y vamos pa allá los tres muy contentos, ... curioso, al acercarnos reconozco ke ese punto ya lo conocía y es muy balcón porque nunca tienen y te dejan de guey esperando a ver a que horas si tienen. En fin, vamos llegando al sitio y estaciono en la esquina a la vuelta luego, luego y oooh sorpresa la trulla [wouuh -entra audio de sirena corto- wouuh] por detrás. El cuate ke venía en el asiento trasero, como si nada, trankilo; pues apenas estabamos llegando, de hecho cuando la trulla apareció ambos pasajeros impacientes estaban bajando de la nave, entonces la morra se retacha enfriega y me dice que arranque el coche y nos larguemos como pedo, como corretiza de patrulla motorizada ... (=.-) qué queeeé?! y pérdermela nel, con toda calma pregunto y hasta bajo del auto, catean a aquellos dos y a mi sólo me piden que les permita checar la nave, lo cual hacen sin tanto afan, preguntan que a donde con tanta prisa? pos a una fiesta, pero me extravié de dirección, sería tan amable señor tira de informarme que calle con cual es este crucero? aah, pos muchas, gracias, que tengan uds. buenas noches y ámonos, a buscar otro sitio como dije menos balcón pa el necte, al fin alguién, creo fue otra vez el morro ke nos trajo a buen puerto, donde se pudo surtir la alacena con la calle poco iluminada donde el carro estaba bajo densas sombras de frondoso-so-so árbol, en fin hubo lo que se buscaba, gloria.
Al tipo lo dejé ya no recuerdo si en el mismo lugar de su aparición a escena o dónde. A la morra frente a su chante que resultó ser el picadero de un desconocido músico joven morelense, consumidores todos ellos de piedra, papel y tijeras.
